01 DO YOUR SHING A LING
02 QUE BUENO EL BOOGALOO
03 CAMPESINO
04 ANSIEDAD
05 CAUTIVO EN TUS LABIOS
06 SHAKE IT DONT BRAKE IT
07 POLLITO
08 LAS CALLES DE SAN JUAN
09 EL QUE HABLA DORMIDO
10 UN LARGO CAMINO
11 CUANDO TU NO ESTAS
TOMADO DE:
Entrevista a José Juan Piñero González
Por: ©Israel Sánchez-Coll e ©Ian Seda
Miembros fundadores de Herencia Latina
El Sexteto de Pijuán fue una agrupación a la cual se le recuerda con un emotivo significado en países como Colombia, Venezuela, Panamá, Perú y la isla de Curazao; muchos de sus álbumes fueron éxitos rotundos en los baile de la Feria de Cali y los Carnavales de Barranquilla, Caracas y Panamá. La radio de Latinoamérica muy al tanto de la ebullición musical de los años '70s, no tardó en descubrir en Pijuán y su sexteto, una propuesta para escucharla con mucho detenimiento y al final, disfrutarla. En efecto, toda una generación bailó sus boogaloo, sus shing – a- ling y su salsa sabrosa. Le escuchamos éxitos tan inolvidable como “Descarga de Pijuán”, “Que bueno el Boogaloo”, “Shake it, don’t break it”, “A bañar el Caballo”, “Macondo”, “La Piragua”, “La Maestranza”, “La Danza del Choferito” y muchos otros.
Para lograr el contacto con el maestro Pedro Juan Piñero, tuvimos la suerte de contar con el aval del amigo Jaime Jaramillo, quien nos envió para mediados del año 2003 su teléfono, con estos números ya convertidos en claves, se nos facilitó acceder hasta su casa, dónde Ian y quien esto escribe, pudimos entrevistarlo durante toda una mañana. En el señor Pijuán encontramos una persona —que aún a su edad—, le fluyen muchas ideas y propuestas a la vez. Es incansable, cuando habla y termina una idea, uno tiene enfrente otra, y a la vez otra más, por lo que logra convertirse en una persona entretenida. “Así ha sido mi vida, ya a mis 18 años fundé una agrupación musical con varios de mis compañeros de estudios”, nos refirió Pijuán; luego ingresó en el cuarteto del maestro Humberto Morales, posteriormente funda su sexteto, luego participa en la creación del primer programa de televisión en Puerto Rico dedicado a la salsa: "La Factoría de La Salsa", participó en la creación de la agrupación Melón All Stars, y el sello del mismo nombre. Poco a poco se acercó al estrés, entonces le sobrevino una parálisis facial, sus proyectos se detienen momentáneamente y una operación a corazón abierto lo envía al descanso, pero poco cambió su vida. Ya repuesto notó que aún le quedaba algo de huracanado, entonces, fundó un programa radial dedicado a llenar corazones vacíos ó a buscar parejas y actualmente tiene un espacio en la televisión dedicado a la bohemia. Con todo éste inmenso personaje y el mundo que creo a través de toda su vida, dialogamos y aquí amigo lector, está su historia.
Por otro lado, la mayor parte de esta entrevista se realizó en el mes de julio de 2003 en el apartamento del Sr. Pijuán en Hato Rey, Puerto Rico; posteriormente Herencia Latina lo visitó nuevamente el 19 de noviembre de 2006 en su espacio radial “Radio Club de los Corazones Solitarios”, —el cual se trasmite todos los domingos por Radio Isla—, para obtener sus impresiones con respecto a la muerte del destacado ex-miembro de su sexteto el Sr. Jesús Caunedo, además, para indagar sobre su tangencial relación comercial con el Sr. Al Santiago. La primera versión de la entrevista se publicó en el desaparecido portal Oasis Salsero, nuestra primera casa.
Israel Sánchez-Coll (ISC): Señor Pijuán, coméntenos ¿Cómo se gesto su sexteto?
Pedro Piñero González (Pijuán): Déjeme primeramente agradecerles a ustedes, por está entrevista y también agradecer a todos sus lectores por interesarse en conocer el trasfondo de la agrupación que yo organizara hace ya casi 40 años. Comenzamos allá para el año 1966 en el hotel Condado Beach. Este hotel está cerrado hoy día, pero lo están restaurando para una posible reapertura el año entrante, (2004). Para el año 1966, funcionaba dentro de ese hotel una barrita o “Lounge” que tenía vista al mar, esa barrita se llamaba “El Tradewinds Bar”, y allí fui a trabajar con un contrato para tan sólo 4 músicos. Enseguida me di cuenta que, para poder lograr un sonido o timbre indentificativo y además tuviésemos fuerza rítmica, necesitaría agregar 2 músicos. Seis era el número perfecto con el que entendía se podía lograr el objetivo. Me di la tarea de convencer al gerente del hotel para que me asignara el presupuesto necesario y así poder costear los 2 músicos adicionales de nuestra propuesta. El argumento que utilicé fue el de garantizarle al hotel música continua y sin interrupciones durante toda la noche. Me dieron el visto bueno, y así empezamos el experimento.
Iniciábamos nuestras presentaciones cada noche con el primer set de 6 músicos en tarima. Luego se bajaban 2, quedando los 4 restantes a cargo de ese segundo set. Para el tercer set, se hacía un pequeño receso general de 15 minutos y entonces subíamos los seis a la tarima para el cuarto y último set con el sexteto en propiedad.
ISC: ¿Cuáles eran los principales instrumentos de su sexteto?
Pijuán: Entiendo que todos los instrumentos eran importantes y esenciales para que el sexteto funcionara a perfección. Creó sin embargo que no había un instrumento principal en particular ya que el producto se logró formar gracias al trabajo colectivo de cada uno de los integrantes.
ISC: ¿Quiénes integraron el sexteto a sus comienzos?
Pijuán: Batista, e Israel “Cortito” Corcino estuvieron al principio en el bajo. “Cortito” estuvo en las grabaciones de los dos primeros discos sencillos. Después, entró Héctor “Cuco” Rivera en el bajo, pero también “doblaba” en la guitarra eléctrica y el saxofón. Reinaldo Santiago estaba en el timbal, Paquito Álvarez era el cantante, y a la vez tocaba conga y percusión menor. Paquito venía de las orquestas de Mario Ortiz y la de Johnny “El Bravo” López. Finalmente estaba yo en el piano, en el órgano, la lyra, la melódica y escribiendo los arreglos.
No obstante, pasaron muchos otros destacadísimos músicos que enriquecieron el producto musical que nuestro sexteto ofrecía, la lista es larga y algunos de estos músicos son: Ramón “Tato” Rivera (†), trompeta y bajo; Pepito Maldonado guitarra, vocales y percusión menor; Joe Canoura, saxofón alto y tenor además de la flauta —él venía de la orquesta de Ray Barretto—; Jesús Caunedo (†) saxofón alto y flauta, —Caunedo venía de la orquesta de Tito Puente y la banda gigante de Julio Gutiérrez—; Joaquín “Tato” Colón, bongo, timbales y batería —él había estado con el cuarteto de Manuel Jiménez “La pulguita” y con la orquesta de Cesar Concepción—; Willy “Chua” Segura, conga, —quien venía de la Orquesta Siboney y la de Pepito Torres—; Freddy Miranda, saxofón alto y flauta —ahora esta con el Gran Combo de Puerto Rico—; Pedro Chiclana, saxofón y flauta, —estuvo con la orquesta del maestro Joe Quijano—; Joaquín Rosa, congas; Tino Labour (†), saxofón alto y flauta; Miguel Rodríguez, saxofón alto y tenor además de la flauta, —cuando entró a nuestro grupo estaba recién salido del Apollo Sound—; Horacio Blanc, guitarra —venía de Argentina y había estado allá con los Cinco Latinos—; Milito Cruz, guitarra; Raffi Carrión, bajo; Kike Talabera, batería —Kike fue el Director musical de José Luis Rodríguez “El Puma”, hoy tiene su propia agrupación en Puerto Rico—; Pito Sepúlveda, trompeta, flouglehorn, trombón y vocalista —también estaba recién salido de la Orquesta Siboney, de Pepito Torres, donde había permanecido 20 años. Herminio Diaz, Saxofon Alto-Flauta y coros, y al día de hoy, con un Doctorado en Música y trabajando como catedrático de una Universidad en los Estados Unidos, Neftali Piñeyro-Guitarra eléctrica, —recien salido de El Sexteto La Playa. Louie García tocaba el bajo, y hoy esta considerado como uno de los más destacados arreglistas de salsa. También estuvo Wilson Vélez en el bajo y los coros.
Los cantantes que tuvimos fueron: Paquito Álvarez, Johnny “Belleza” González (†), Tony Guayama, Aníbal Hernández y Sammy Aguirre. Otros cantantes estuvieron con nosotros en el cabaret, pero no intervinieron en las grabaciones, ellos fueron: Héctor Negrón, Valdo Díaz, Chico Rivera —quien había alcanzado muchísima popularidad como el cantante estelar de la Orquesta Panamericana en sus momentos cumbres. Para principios de los años 60 estuvo una temporada, cerca de nueve meses, con nosotros. Chali Hernández —el hijo del maestro Rafael Hernández—, Esteban Rivera, Pedro Sanz y Eduard Delgado.
ISC: ¿Cuál era el ambiente musical de Puerto Rico para 1966?, ¿Qué orquestas compartían con usted? ¿Su sexteto tocaba con regularidad en un mismo sitio o en varios?
Pijuán: Bueno, realmente el sexteto hizo una carrera presentándose siempre en los clubes o ‘lounges” de los hoteles de Puerto Rico. Estábamos fijos en la misma tarima las noches por semana. En las tarimas de los clubes de los hoteles, fue que nos “descubrieron” los ejecutivos disqueros y los directores de programación de las cadenas televisivas de nuestro país. Fueron más de 25 años de labor interrumpida de Pijuán y su Sexteto, tanto en hoteles como en la televisión local. Tuve mí propio espacio en la televisión, el cual colocamos el nombre de “Fiesta Fiat con Pijuán y su Sexteto” en Telemundo ó Canal 2, y el Show de Pijuán, en Wapa Televisión ó Canal 4, ambas cadenas eran las principales en la televisión en Puerto Rico.
En cuanto a fiestas privadas, aún cuando los discos estaban súper pegados en la radio nacional, y con el empuje o refuerzo que nos brindaba el tener presencia semanal televisiva, nuestro itinerario de trabajo era en los hoteles, éste segmento nos comprometía 6 noches por semanas. Por eso, diríamos que las presentaciones en fiestas privadas se limitaron a aquellos que se efectuaran durante las horas del día y aceptando contratos nocturnos sólo en la noche libre del hotel.
Debería aquí agregar, que para esos años 1965 – 1966, la actividad artística, musical y la vida nocturna en Puerto Rico era una de muchísimo movimiento. Cuando ocurrió el bloqueo o cierre económico a Cuba como destino obligado del turismo, éste ayudó grandemente a incrementar nuestra industria de hoteles y entretenimiento. Puerto Rico era una fuente inagotable de trabajo para los músicos, los hoteles competían entre sí para ofrecer el mejor entretenimiento. Productores de espectáculos y de la televisión de Cuba se exiliaron en Puerto Rico, y aquí montaron sus negocios. El más destacado de ellos fue Gaspar Pumarejo.
Los artistas que se presentaban en La Vegas – Nevada, y solían también presentar sus show en La Habana, ahora venían a Puerto Rico. Los hoteles tenían todo un “Super Club” en donde se cenaba, se veía el show y se bailaba. Para acompañar o respaldar el show artístico había una gran orquesta de planta, en cada hotel. Trabajábamos cerca de 40 músicos todo el año, en otras palabras, no escaseaba el trabajo. Esta bonanza atrajo músicos de todas partes, en efecto, cubanos, dominicanos, colombianos, venezolanos, españoles, argentinos entre otros. Mientras tanto, en la calle, los éxitos más grande que se difundían en la radio y estaban generando buenos niveles de venta, los obtenía el Gran Combo, Johnny “El Bravo” López, la Orquesta Panamericana y la Orquesta de Mario Ortiz, ahí fue que irrumpimos nosotros como un nuevo ofrecimiento tropical, frente a la fuerza que había empezado a tomar la entrada de la Nueva Ola en nuestro País.
ISC: ¿Era el único sexteto de ese estilo que había en Puerto Rico, o habían otros sextetos?
Pijuán: El mío era el único en ese momento.
ISC: ¿La idea de crear su sexteto fue a raíz de la experiencia exitosa de Joe Cuba en NYC, o fue por otra razón en particular?
Pijuán: No hay duda de que el éxito de Joe Cuba me sirvió de estimulo para armar un conjunto, que aunque pequeño en el número de sus integrantes, aún así podría hacer bailar sabroso a su público. Si Joe Cuba lo logró, yo también podría lograrlo. Pero la razón principal es que entendí que si los integrantes eran versátiles —esto es que podíamos tocar más de un instrumento— se podía entonces lograr imprimir el sabor necesario para establecer la cadencia y el afinque rítmico que te incita y te invita a mover los pies. Ya establecido el entronque rítmico, solo faltaba agregarle una sonoridad específica, y eso lo logramos mediante el dúo de saxofón alto y guitarra eléctrica.
ISC: ¿Tuvo su sexteto la oportunidad a presentaciones masivas en estadios, canchas deportivas, o en salones con cabida para miles de personas?
Pijuán: Como ya hemos mencionado, nuestro sexteto estuvo siempre en tarima de “lounger” y clubes de hoteles, y es que por su timbre especifico y la dotación orquestal con la que contábamos, no teníamos la fuerza agresiva y el volumen sonoro de las agrupaciones a base de metales (trompetas y trombones). Nuestro grupo, se empleaba muchísimo mejor en salones pequeños. No obstante, fueron muchas las veces que alternamos con destacadísimas figuras en actividades en los salones de convecciones y en fiestas privadas que se celebraban en nuestro hotel base. Así fue que compartimos tarima en varias ocasiones con Johnny “El Bravo” López, Vicentico Valdés, Mario Ortiz, La Sonora Ponceña, Johnny Pacheco y su Nuevo Tumbao, la Orquesta Panamericana, y en una ocasión hasta Machito y sus Afro Cubans. Sin embargo, en cada una de nuestras presentaciones resultábamos en una agradable sorpresa, tanto por el sonido tan diferente, como por lo bien “pensado” que estaba el grupo. Recibimos elogios de todas las orquestas con las que alternábamos, y en adición, los bailadores quedaban encantados con el sabor del sexteto. De hecho nuestro sonido particular no fue estridente, al contrario, fue contagioso y muy sabroso, tanto que un locutor radial al estrenar un nuevo disco de nuestra producción, lo presentaba como: “Aquí está lo nuevo de Pijuán y su Sexteto, señores, este sonido es distinto a los demás. Esta música tiene sabor y clave. Esto es “salsa de salón”. Así se acuñó la frase: “Pijuán el creador de la Salsa de salón”.
ISC: Usted fue, quizás, una de las primeras personas que incluyó música del folclor colombiano en sus primeros álbumes, como es el caso de la Piragua y La Maestranza, y también haciendo referencia en uno de sus temas a Macondo, la ciudad imaginaria de la novela Cien Años de Soledad. ¿A qué se debió esa orientación?
Pijuán: Yo me alegro que ustedes me hagan esta pregunta, en honor a la verdad, no fui yo, quien descubrió esa música, fue el Sr. Mateo San Martín el dueño del sello discográfico Kubaney con quien habíamos firmado contrato de exclusividad, él me puso en contacto con esa música.
Mateo San Martín estaba radicado en Miami, donde funcionaban sus oficinas centrales, y también tenía intereses en Puerto Rico, Santo Domingo y Colombia, él fue quien lanzó a Johnny Ventura y a Fernandino Villalona, considerados hoy como figuras estelares en la música dominicana y tropical.
Mateo San Martín me trajo los temas musicales que usted me menciona, y me abrió las puertas hacia el conocimiento de la música colombiana. Por eso, “La Piragua”, “La Maestranza” y “Macondo”, le siguieron “El Carrito Viejo”, “Cumbia Marinera” y “La Gota Gorda”. Este último tema causó sensación y se convirtió casi en un himno para el equipo de baloncesto Los Piratas de Quebradillas, ya que tenía un estribillo que decía: “Que me voy…Pa’ Quebradillas”, entonces, en el momento en que ganaban su primer campeonato nacional, la letra y rima que agitaba su fanáticada fue: “ Que me voy…Pa’ Quebradillas”. Así de esta manera, me convertí en el hijo adoptivo de Quebradillas. Para ese época fue que también me puse en contacto con las compañías que distribuían las licencias discográficas en Colombia y con la música de José Barros, el grupo de Escalona, los gaiteros de San Jacinto, los Corraleros de Majagual y un montón de compositores; entonces empecé a escuchar grupos como El Binomio de Oro, los Black Stars y si bien en ese momento la música colombiana —entiéndase la cumbia y el vallenato—, estaba encuadrada en un patrón bastante rígido, en contraste con la cadencia del trópico que es una sincopa; pero había números que tenían una línea melódica y una historia que parecía interesante. Yo me dije: “Si yo adapto esta música y le realizo unos cambios melódicos, tratando que sea más al gusto de los puertorriqueños, dominicanos, cubanos, me parecía que saldría un trabajo interesante”. No quiero que se ofendan los colombianos, al contrario quiero que sepan que es una manera de interpretar su música y así fue que integre la música de Colombia a mí repertorio.
Posteriormente cuando me preparaba para grabar mi segundo álbum para el sello Kubaney, Mateo San Martín me trae de Colombia el tema “Macondo”, y entonces, yo me puse inmediatamente en contacto con la obra Cien Años de Soledad, del famoso escritor y Nóbel colombiano Gabriel García Márquez. Cuando hicimos “Macondo” y lo incluimos el segundo álbum, pego enseguida en Puerto Rico y me pareció que fue un acierto sensacional, el tomar como base de nuestro tema la ciudad donde se desarrolla una de las obras más leída del mundo, en efecto, le hice unos buenos arreglos y basto para que fuera un éxito.
ISC: Usted sabía, que en Colombia existe una ciudad que es Barranquilla, donde la historia de su sexteto aún persiste en la salud musical del melómano local, cabe agregar que en las verbenas de sus populares carnavales, era una leyenda, ver y oír un aparato musical de dimensiones extravagantes, que tenía en su hiperparlante la fotografía de uno de sus álbumes. Esos aparatos —ya que son muchos— los denominan Pick - Up, pero ese en particular lo bautizaron con el nombre sugestivo de: “El Gran Pijuán”.
Pijuán: Yo tengo una simpatía particular por el público colombiano. Nunca tuve la oportunidad de tocar enfrente de ellos, pero agradezco en su medida justa, de que por tantos años hayan estado atentos a mi trabajo musical y en verdad es una deuda de gratitud que tengo con ellos y si esta entrevista llega a oídos del público colombiano, aprovecho la oportunidad de parte de este servidor, para expresarles, que reciban muestras de genuino agradecimiento, por ser una fanáticada tan consecuente, leal, conocedora y de mucho respeto; de hecho me emociona y me llena de orgullo.
ISC: Usted nos comentaba que en Colombia había un muchacho muy intrigado con su música. Ese muchacho inquieto se llama Ley Martín, su juventud la disolvió en la fonómimica, a parte de ser un extraordinario bailarín de salsa, y más tarde se transformó en un prestigioso director de varias emisoras, se hizo abogado, y fungió como empresario de espectáculos salseros, algunos de ellos marcaron un hito en su ciudad natal. ¿El lo contacto?
Pijuán: Él me envió en dos ocasiones varias cartas que contenían recortes de periódico y fotocopias en torno a mí música, de hecho llegue a ver la foto en la silla de mimbre que es la contraportada del disco: La Maestranza. Una cosa es que la gente te diga que le gusta tu música, que la vive y si la gente dice muchas a veces eso, es porque tiene afinidad contigo y con tu música. Gestos como el de Ley Martín engrandecen y motivan a trabajar. Agradezco nuevamente estos gestos.
ISC: ¿Cuántos álbumes produjo con su sexteto?
Pijuán: Ahora no me acuerdo exactamente, pero fueron cerca de veintidós o veintitrés. El primero fue en el año 1966 donde al álbum se le hizo una carátula con dos títulos. Al primero se le puso un nombre en ingles “Swing with the Tide” después se le puso: “El Florón”, luego de que se vendiera la primera tirada. Ese primer disco fue nuestra apertura y en honor a la verdad, estábamos un poco cruditos y había trazos que señalaban que el grupo no estaba aún en su madurez armonica.
ISC: ¿Cuál considera usted que ha sido su mayor éxito y cuál le ha producido más satisfacción?
Pijuán: Creó que el álbum “Salsa de Salón” y la serie de “las Supertrullas”, aunque las ganancias eran básicamente cero. El disco era un vehículo de promoción que te abría las puertas para tus presentaciones donde tú ganabas dinero. Hoy día es diferente porque esta reglamentado y se cumplen con las regalías del autor y del artista. De ese primer disco tuve un éxito que se llamaba “El Florón”, un éxito de Johnny Ventura, pero, yo no toco un merengue como Johnny Ventura, quería cumplir con los pedidos de la disquera y uno se deja guiar por personas que te dirigen y tienen más experiencia que tú.
Ya para el segundo disco, entró fuerte a Puerto Rico la corriente del boogaloo la cual fue gestada en Nueva York. Johnny Colón “Mister Boogaloo Blue” nos impactó con cosas interesantes que la compañía Cotique le produjo; Pete Rodríguez había dado el palo con “I like it like that” —de hecho él vino a Puerto Rico—; Ray Barreto con su “Wuatusi” y les quedo muy bien a todos; otra particularidad era que el maestro Joe Quijano estaba experimentando con el Shingaling. Entonces, la compañía Borinquen me pide que haga algo en esa línea, por lo que nuestro segundo disco recogimos esas propuesta y lo titulamos: “Shing – A- Ling y Boogaloo”. Los números de boogaloo que allí aparecen son míos: “Que bueno el Boogaloo” y “Shake it, don’t break it”, que es una mezcla de Boogaloo y Jala Jala. En la portada aparezco detrás del Hotel Condado Beach, sentado con un pianito de juguete en las manos. De hecho por este álbum me han enviado recientemente regalías de la lejana Alemania, de verdad no se como esa gente consiguió esos números.
Por otro lado, cada disco hay que enmarcarlo en su momento histórico, a pesar que yo no fui ganador de un Grammy ni nada por el estilo, cada uno de mis éxitos fueron muy importante para mi vida y considero que no puedo afirmar que uno es mejor que el otro. A medida que pasaba el tiempo me gustaba hacer música que tuviese, además de la cadencia bailable, incluyera mensajes sociales, en otras palabras, hacer cosas un poco más seria. No quería que pensaran que era un compositor con canciones de dos tonos y de letras insípidas. Para decirte la verdad mis ídolos son los hermanos Palmieri, Ricardo Ray y Papo Lucca, que son cosa seria.
ISC: ¿Hasta ese momento lo que estaba sonando era más boogaloo que salsa?
Pijuán: Bueno es que cuando Darío González de discos Borinquen me sugiere que integre boogaloo en el próximo disco ahí empezó el boogaloo en su momento. De hecho el Gran Combo hace un disco de boogaloo y todo el mundo grabó boogaloo. El “Pata Pata” ¿te acuerdas de ese tema?
ISC: Claro que sí. De los grupos locales que se integran a la corriente del boogaloo, en Puerto Rico, estaba usted, el Gran Combo… ¿Habían otros?
Pijuán: Claro que sí. De hecho yo consideraba que hacer un disco total de boogaloo era una sobredosis de lo que se iba a hacer. Yo incluí tres canciones de boogaloo en un disco de once canciones. Pete Rodríguez también lo hizo, claro como “I Like it like That” sonó tanto y estuvo tan chévere, porque le quedo sensacional, se le identifico demasiado con esa corriente, al extremo de que se encasilló y prácticamente solo lo conocen por esa canción. Poco después grabó un álbum buenísimo donde canta Rubén Blades. Yo compraba discos de todo el mundo y saben, uno se nutre de las corrientes. Se reciben y se absorben las influencias pero hay que mezclarla con las ideas propias para poder establecer nuestro propio estilo y equilibrio.
ISC: ¿Consideró su banda como una especializada de Boogaloo?
Pijuán: No, nunca lo consideré. Me parecía que era un género que estaba de moda y había que incluir en el repertorio, de hecho en el disco “Shake it, don’t break it”, incluimos tres números de ese género. Después hicimos otro disco que produjo Darío González para discos Borinquen: Las estrellas Boriquen en Navidad, donde estaba por ejemplo Papo Román y otros artistas de la Nueva Ola puertorriqueña, y yo hice un número que se llamaba “Shingaling en Navidad”. De ahí me recluta la compañía de discos “Hit Parade” de Paquito Cordero, un productor muy conocido en Puerto Rico, su disquera estaba orientada a la Nueva Ola Puertorriqueña, para ese momento, por ejemplo, tenían los derechos de Lucecita Benítez.
En el año 1968 Paquito me ofrece dirigir la compañía de discos y pase a dirigirla. En la compañía hago un disco que se llama “Groovy - Estamos en Todas” que contiene “La bala de Plata”, y le siguió un segundo álbum llamado “Sabor a Pueblo”. Entonces, a finales del 1969 me integré a la compañía de Mateo San Martín y realizo con él tres álbumes.
ISC: Usted se integra al movimiento de la música que hoy denominamos Salsa a finales de los años 60 y/o comienzos de los 70. ¿Considera que su sexteto fue uno de los primeros en Puerto Rico, en integrarse a dicha corriente?
Pijuán: Lo que pasa es que antes no se llamaba salsa, hasta que en parte se acuña en Nueva York y por otro lado, es el disjokey venezolano, Phidias Danilo quien comienza a llamar éste fenómeno musical como salsa. De hecho, aquí en Puerto Rico estaba Johnny “El Bravo” López con su grupo y hablaban de “la salsa de Puerto Rico”, cuando nadie le llamaba a este género salsa. Nosotros no sabíamos que estábamos desarrollando un proyecto musical para la historia y a la vez un movimiento que iba a tener un arraigo mundial masivo y que se le llamaría Salsa.
ISC: ¿Ustedes como sexteto estaban llevando a cabo muchas fusiones con su propuesta musical o estaban reproduciendo totalmente la música cubana tal como la percibían de los arreglos?
Pijuán: Claro, todo esto tiene sus bases en la guaracha y el son montuno. Yo nunca la reproduje de modo directo, yo fusionaba nuestra música típica sobre la base del son montuno, me había dejado influenciar de la música cubana, ya que en Cuba había un desarrollo bastante interesante y bien avanzado para los años 50s. Cuba se caracterizó por ser la madre de todos estos ritmos. Si tomamos por ese ejemplo el Cuarteto Mayari de Plácido Acevedo —en donde cantó Tito Rodríguez, cuando sólo tenía trece años—, vemos que ese cuarteto toma el nombre de una región de Cuba, Plácido Acevedo era un genio creador, compositor de fina inspiración y un destacadísimo trompetista.
ISC: Éxitos como “A bañar el caballo” y “La Danza del Choferito”, ¿de dónde los tomó?
Pijuán: “El Choferito” es una canción tradicional. Hice un medley de números cubanos, y le agregué cosas puertorriqueñas. Hice una mezcolanza y funcionó bastante bien. Decía “…mi guaguanco es lo más sublime que de Cubita llegó. Un grupo de borincanos les canta esta canción, a todo el mundo les canta el grupo que les traigo yo”. “A bañar el caballo” es un número que me trajeron de Colombia, pero yo lo hice a ritmo de bomba. Manolín Caraballo es un jinete muy respetado en el ambiente de la hípica, estaba en su momento para el año 1970 y yo lo menciono. Logramos un éxito muy grande con esa canción, se vendió muchísimo. Quiero también recalcar que ese número y otros más, los arregle a ritmo bomba; primero porque así era mí parecer además quedaban espectaculares; segundo consideraba que tenía una responsabilidad sería y cultural en cada una de mis grabaciones, mí convicción era difundir nuestra música folklórica: la bomba y la plena por todo el mundo.
ISC: ¿Detállenos su formación musical?
Pijuán: Bueno yo estudié música desde que tenía 8 años. Estudié piano obligado porque mi mamá, aparte de ser abogada y doctora, tocaba piano como entretenimiento y me obligaba a tocarlo, me gustara o no. Lo estudié para enriquecer mi educación, aunque no se suponía que yo me fuera a dedicar a trabajar como músico. Fui un estudiante académicamente aventajado, aún cuando no me gustaba mucho el estudio. Cuando llegué a la escuela superior fue que me interesó la música de verdad. Me vinculé a la Universidad de Puerto Rico en el año de 1959, toqué para la banda del ROTC, dado a que en ese tiempo era obligado tomar cursos militares. Pase a tocar la lira en la banda de la Universidad y ahí surgió el primer grupo de estudiantes el cual le bautízanos "Los Armónicos", allí conocí precisamente mí saxofonista y mí bajista. Tocábamos en las fiestas de fraternidades y luego me hablaron para ser el pianista de la orquesta de Monchito Muñoz, el hijo mayor de Rafael Muñoz, con él empiezo a trabajar en un restaurante dentro del Hotel Caribe Hilton. Allí tocaba de noche y estudiaba en la Universidad durante el día. Después pasé al conjunto del destacado compositor y saxofonista Paquito López Vidal, fue entonces que comenzó a gestarse dentro de mí, la idea de formar mi propia agrupación.
ISC: En una entrevista que le realizó años atrás, el periodista Jaime Torres Torres, usted indicaba que le interesaba transferir su trabajo a formato CD, en otras palabras, poner su catálogo a la disposición del público en un formato moderno. ¿Llevó a cabo esa propuesta?
Pijuán: Como les explicaba, hay un grupo de los discos que pertenecen a unas compañías sobre las cuales no tengo ingerencia. Lo que se grabó con Borinquen, con Kubaney y con Hit Parade los tienen ellos en sus catálogos, habría que dialogar con ellos. Yo no tengo poder de decisión, pero si sobre los álbumes que se hicieron con discos Melón y Private Ranch, como “Rebeldía”, “La Súper Trulla”, “Chulisnaki” y “Lo que yo quiero ser”. En eso estoy en negociaciones con dos compañías aquí en Puerto Rico y aprovecho para decir que quiero que este material salga; creó va a ser fácil llegar a un acuerdo conmigo. De hecho si alguna compañía extranjera, ya sea en Venezuela, Colombia, Perú, Panamá, Curazao, Santo Domingo o cualquier otro lugar, estamos en la mayor disposición de negociar las licencia correspondiente.
ISC: Nuestro portal esta interesado en promover sus CD’s, ya que tenemos lectores en varios lugares del mundo y están deseosos de conocer su música.
Pijuán: Gracias. . .ustedes quizás no cuantifican lo que yo valorizo que saquen de su tiempo para hacerme una entrevista e interesarse en mí trayectoria musical, esto para mí es muy importante y lo agradezco de todo corazón.
ISC: ¿Aquí en Puerto Rico cual espectáculo, fiesta de pueblo, baile o concierto —que usted recuerde—, ha sido aclamado como una banda enraizada en el gusto del pueblo puertorriqueño?
Pijuán: Como les comentaba al principio de esta entrevista nunca fui una agrupación multitudinaria, de llenar estadios y ese tipo de cosas. Sin embargo me viene a la memoria que cuando se inauguró Plaza Carolina nos llevaron con la agrupación “Melón All Stars” que era de la compañía de discos Melón, con la cual hicimos la “Super Truya #2”, incluimos un número jocoso que se llamaba “Palante en reversa” (chulisnakis). Las Estrella Melón la integraban: Pijuán y su Sexteto, Harry Fraticelli, Johnny Belleza, Tito Allen, Orlando Pabellón, La Puerto Rico Power, Chico Rivera y Tony Guayama.
ISC: ¿Tocó su sexteto en sitios importante y de prestigio como el Palladium, el Caborojeño, el club Tropicoro, el club Tritón, etc., en NY?
Pijuán: Toqué en el Caborojeño y en el Happy Hills Casino en 1970, cuando los tiempos de el tema Macondo. Esa gira en Nueva York me invitaron al Hilton de NYC, pero Álvarito Ortiz, que era dueño del Happy Hills y Roberto Ruperto dueño del Caborojeño me pidieron que hiciera esas presentaciones en sus respetivos clubes como parte de la promoción del sello Kubaney.
ISC: ¿Fue el público y los músicos puertorriqueños de Nueva York receptivos con su música?
Pijuán: Yo creo que sí, pero tuve pocas presentaciones allá y no puedo decirte que fue una locura. Sí puedo decirte que tuvimos una exposición tremenda, dado a que los programas de la televisión en Puerto Rico se presentaba en los Estados Unidos. En los años setenta, después del Gran Combo de Puerto Rico, el grupo que más salió en la televisión en Puerto Rico fue el Sexteto de Pijuán.
ISC: Nosotros notamos que en su sexteto no se escucha el vibráfono, al estilo de los sextetos neoyorquinos, como el New Swing Sextet y el Sexteto de Joe Cuba ó Tito Puente y el habilidoso de Louie Ramírez, no obstante es el piano el que se destaca en su sexteto
Pijuán: No, porque tenía que diferenciarme. Si un sexteto tenía un vibráfono, básicamente era Joe Cuba, solo faltaba tener a buen Cheo Feliciano o a un Jimmy Sabater, para entonces tener un clon (Risas). De hecho, una de las cosas que me sucedió ahora que estoy presentándome en el hotel Conquistador, acostumbrado siempre a trabajar con grupos, para mí fue una novedad trabajar solo con mí piano.
Por otro lado he trabajado con sinfónicas y grupos grandes, pero nunca hubo en mí agrupación unos destaques en demasía del piano, con excepción del disco “Sabor a Pueblo”, el segundo con el sello Hit Parade, donde hay un numero de Tite Curet Alonso que se llama “Cocinando con mi Salsa”. Ahí realizo un solo de piano que hora lo oigo después de 34 años y pienso que no podría volver hacerlo así mismo. Es un solo muy atrevido, retante y por su puesto bueno.
ISC: ¿Cuándo el Sexteto de Pijuán se ausenta de la escena musical?
Pijuán: Bueno, el grupo siguió trabajando casi interrumpidamente hasta finales de los ochenta. Yo me envolví en otros proyectos de producción de cine y televisión. Manejé unos artistas de una nueva generación, como una muchacha llamada Maggy, que tuvo mucho éxito en los ochenta y estuvo en Colombia con los discos FM. Ellos tenían un acuerdo de licencia conmigo y a través de Javier García, quien era su director artístico. Al regreso de Colombia, como a finales de los años 90 reorganizo el grupo para la inauguración del Hotel Conquistador, hasta que me dio una condición de salud que me obligó a cambiar el ritmo de la vida. Estoy totalmente repuesto, pero aprendí con la experiencia a tratar de aminorar las tareas que causan el “stress y la tensión”. Por eso, ya en la madurez de mí vida realizo una labor musical más amena, cercana a la nostalgia y la bohemia; al contrario del camino feroz de la competencia por obtener el primer lugar del hit parade.
ISC: Usted también es famosa por haber producido y dirigido para la televisión de Puerto Rico el programa dedicado exclusivamente a la música Salsa. Ese programa se llamó: “La Factoría de la Salsa”. Coméntenos de esa etapa.
Pijuán: En el año de 1973 aprovechando el “Boom de la Salsa”, me di la tarea de reunirme con personas que tenían prestigio en el ambiente artístico musical del país. Decidimos crear un espacio televisivo exclusivamente de salsa, teníamos fe en el proyecto y procedí a reunirme con el entonces director del canal 7, el Sr. Peter Moreno, le hable del proyecto y él acepto, también conté con la colaboración del empresario Adolfo Pereira, además la cooperación de la Federación de Músicos de Puerto Rico ya que su Presidente de entonces, Abraham Peña, estableció una tarifa de sueldo especial para fomentar el trabajo de los músicos en el nuevo taller televisivo. Así en octubre de 1973 salimos al aire. Me acuerdo que la presentación consistía con un fondo de descarga de cueros, mientras el locutor de la cabina anunciaba: “La música más sabrosa del mundo. . . La Factoría de la Salsa”.
ISC: Su programa marcó una pauta en Puerto Rico, por la dirección que tenía. ¿Qué bandas fenomenales presentó? ¿Aún conserva esos programas?
Pijuán: Bueno, para responder a la primera pregunta seria más fácil enumerar las orquestas no estuvieron. Para que tengan una idea, en las navidades de 1973, el programa de la “Factoría de la Salsa” del último sábado de ese año estaba en tarima Roberto Torres, Roberto Rohena, Revolución Setenta, Eddie Palmieri, Tito Puente, Cheo Feliciano, Impacto Crea y Pijuán y su Sexteto. Eso es irrepetible y al día de hoy incosteable. El día que presentamos la Orquesta la Selecta y Ricardo Ray y Bobby Cruz, por decirles algo, la policía acordonó la calle Ponce De León. Llamaban a la seguridad del canal porque la gente brincaba por encima de las rejas para ir al estudio.
En cuanto a guardar videos, en el 1973 no había videos sistema Beta ni VHS. Lo que habían eran los videos de cintas industriales y el canal solía grabar sobre la cinta anterior, el programa de la semana siguiente. En nuestro país, por una circunstancia que te tengo que decir, la mayoría de los canales de TV, aún están en manos de compañías del exterior.
ISC: ¿Cuánto duro el programa en la televisión?
Pijuán: Duro dos años. Lo que pasó fue que sufrí una parálisis facial causada por el stress y el exceso de trabajo. Fíjense: estaba al frente de mí sexteto, recién había fundado hacia solo un año mi sello disquero Melón Record, era director de entretenimiento del Hotel Caribe Hilton, producía la “Factoría de la Salsa”, participaba en la programación de fin de semana de Radio Uno y era Vicepresidente de la Federación de Músicos de Puerto Rico. Todo eso me fundió y aunque me recuperé, no pude continuar en el espacio televisivo.
ISC: De verdad que es lamentable, ¿Qué sellos famosos se interesaron por su trabajo?
Pijuán: Por Fania no fui contactado, aunque hice buena amistad con Jerry Masucci. Cuando nos conocimos, si hubiera entrado a la Fania creó, hubiese muy difícil, ya que había demasiada gente de primera fila en su catálogo. El muy recordado Pancho Cristal sí me contacto la Tico, pero ya yo estaba con Kubaney y con Mateo San Martín había cultivado una buena amistad con lo que me sentía muy a gusto. Así que no estuve con ninguno de los sellos neoyorquinos que tuvieron gran difusión en los años 70’s. Las otras compañías con las que grabe, no tenían mucha distribución en el exterior.
ISC: ¿Cuál es su nombre completo y dónde nació?
Pijuán: Mí nombre es José Juan Piñero González y nací en Río Piedras aquí en Puerto Rico, el 29 en agosto de 1942. Vivía en una casa que tenía mí papá en una finca de Trujillo Alto, cuando sólo tenía 3 años, mi tía Rosa me acomodó el apelativo de Pijuán, que es la unión de Piñero y Juan.
Asistí a la primaria en el Colegio San Antonio. Después realicé los estudios secundarios en una escuela que se llama Republica de Colombia en Río Piedras y luego a mis 15 años ingresé a la Universidad de Puerto Rico.
ISC: ¿Nómbrenos las cinco orquestas de salsa de su preferencia?
Pijuán: De las orquestas que más me gusta es la de Willie Rosario, por el afinque que tiene, además de una potencia que es difícil que no se te vayan los pies. Si no los puedes mover, mueves las manos por la cadencia que tiene y te invita a bailar. Me gusta la Sonora Ponceña, su sonido contagia; me gusta El Gran Combo de Puerto Rico, son los Embajadores Musicales de nuestra música típica y han puesto muy en alto nuestra bandera, porque además, su música esta hecha muy bien para el bailador. Es el emblema nacional donde quiera que se paren. Me gusta Bobby Valentín y me gusta sobremanera la magia, la inventiva, y la creatividad de Ricardo Ray. Todos iniciaron su carrera musical hace más de 30 años y aún siguen vigentes.
De los antiguos me parece impresionante, excepcional y una maquinaria perfecta: la Sonora Matancera, una cosa fuera de serie. Con las trompetas, una paila, una conga, piano, bajo, maracas y coros hicieron un sonido y un estilo —cubano por supuesto— que ha sido el más imitado y el más trascendental de la segunda mitad del siglo 20.
ISC: ¿Parece que usted es un buen Matancero?
Pijuán: Soy Matancero porque cada día me gusta más, y no dejan de asombrarme. Cada cosa que se hicieron estaba cuidadosamente arreglada. Valdría la pena en este momento brindarle un reconocimiento —que casi no se le ha dado— al genial arreglista de la Sonora el Sr. Severino Ramos.
ISC: Qué opinión tiene con respecto a las grandes bandas como las de Machito, Tito Rodríguez y Tito Puente
Pijuán: Ahí ustedes mencionan a los tres grandes. Ellos abrieron brecha en un país anglosajón que no sabia lo que era música latina.
Sin embargo grandes músicos de los Estados Unidos Stann Kenton, Dizzy Gillespie, Harry James y los otros grandes directores de orquesta quedaban fascinados por la energía de esa “Nueva Música Latina”.
Ian Seda (IS): ¿Un sexteto preferido?
Pijuán: Yo creo que el sexteto por excelencia es el de Joe Cuba. Primero que tuvieron dos cantantes excelentes: Cheo Feliciano y Jimmy Sabater, su pianista Nick Jiménez, era un inspirado compositor quien suministraba mucho del nuevo material que salía a un público habido de la nueva producción. La mayoría de esas composiciones se convirtieron en éxitos en las voces de Cheo y Sabater, ahí tienen ustedes un grupo con pocos instrumentos pero sabroso como ninguno.
ISC: ¿Quién es su pianista preferido?
Pijuán: No es uno, son cuatro. Charlie Palmieri, Eddie Palmieri, Papo Lucca y Ricardo Ray.
ISC: Si tuviera que reorganizar el Sexteto de Pijuán ¿Qué músicos escogería, pensando en que harían un buen equilibrio dentro de su concepto musical?
Pijuán: Bueno yo iría inmediatamente a San Germán y sacaría del retiro a Pito Sepúlveda, que para mí fue una persona que agregó mayor versatilidad al grupo, ya que toca flauta, trompeta, trombón y cantaba. Yo lo veía en la TV en año de 1954 en el show Libbys, cuando cursaba para ese tiempo el octavo grado de primaria, sin embrago veinte años después tocaría con el Sexteto. Si pudiese coger a un saxofón escogería entre cuatro que estuvieron conmigo. Primero a Jesús Caunedo, que es un músico cubano que lleva en Puerto Rico treinta y pico de años. A mí, de manera particular me gusta mucho más que Paquito Rivera y Gato Barbieri. Caunedo es un virtuoso. Después Freddy Miranda, que hoy esta con el Gran Combo, él estuvo conmigo desde 1971 al 1973. A Miguel Rodríguez, quien estuvo con el Apollo Sound y tendría que añadir a un cuarto que sería Pedro Chiclana, quien estuvo con nosotros por especio de 6 o 7 años.
IS: Sería bueno que los ubicara en los instrumentos, poniéndolos a ellos en la perspectiva actual, tal como si fueran a tocar mañana.
Pijuán: Repetiría más o menos la misma formula, solo, que además de guitarra y saxofón, agregaría trompeta y trombón. La combinación de esos cuatro instrumentos nos da un timbre con cierta fuerza, pero que no molesta. Lo importante es tener un estilo propio que te permita ganar un espacio y la gente te identifique. A Cortijo por ejemplo, en sus inicios, lo identificó el coro con la voz aguda —casi femenina— de Eddie Pérez y el timbre sonoro de la trompeta y saxofón alto.
ISC: Actualmente qué hace el Señor Pijuán
Pijuán: Yo hago dos cosas. Primero disfruto de mis años de madurez. Miro hacia atrás con nostálgica satisfacción por la trayectoria que he tenido entre 30 a 35 años en la música, y sigo trabajando para ella, ya que estoy contratado como consultor musical y pianista de entretenimiento del Hotel Conquistador de miércoles a sábado. Produzco y a la vez conduzco un espacio de radio hace once años en una emisora de San Juan, que no tiene que ver con música. Es un programa para buscar parejas que se llama el “Radio Club de los Corazones Solitarios”. Fue un estilo de programa que yo escuché en Buenos Aires – Argentina, hace veinte años atrás y la adapte aquí, o sea lo “criollisé” para que la gente hable al aire. Así conocen nuevas amistades y posiblemente entre ellos encuentren el amor de su vida. Es un formato de “Talk Show”, que salpico con algunos números musicales.
IS: ¿Escucha su música de vez en cuando, para recordar el sexteto?
Pijuán: Oigo poco mi música. Siempre aparece un fanático entregado en el buen sentido de la música, que me hace escuchar mi música, y me reencuentro con cosas que me parecen que estuvieron bien hechas u otras que pudieron hacerse mejor. En resumen creo que hicimos un trabajo musical de altura dada las circunstancias de aquel momento. A veces pienso que pude hacer cosas de otras maneras, pero hubo música muy bien lograda y me satisface eso. Si tuviese que volver a recorrer mi vida posiblemente haría lo mismo, seria músico y hubiese hecho mi agrupación.
IS: Después de cerca de cuarenta años de trayectoria musical, para el maestro Pijuán ¿Qué es la Salsa?
Pijuán: La Salsa para mí es un nombre, no es un género. Una manera para simplificar el mercadeo del producto. La salsa es la bomba, la plena, el aguinaldo, la música jíbara de la montaña, el seis chorreo, el son montuno, guaguancó, la guaracha, toda esta música caribeña con la diferencia de que el merengue es más complejo para la salsa porque normalmente el merengue tiene una cuadratura diferente, aunque Juan Luis guerra rompió con eso, porque es un tipo innovador, creativo, sensacional y educado. En general la Salsa es una mezcla de música antillana mayormente en el entronque de Cuba y Puerto Rico. No es un género en especial, porque haces un son montuno y eso es una salsa o una rumba y es una salsa, una bomba y es una salsa, una fusión de estos ritmos y es una salsa. Los discos que oyes de Nueva York de Francisco Machito, de Tito Puente, Tito Rodríguez y Los Lobos del Mambo, y muchos más son todos salsa, pero hubo una manera de hacer una sombrilla para meterlo todo y de una manera ideal para simplificar y mercadearlo y fue sensacional la idea.
ISC: O sea que usted concuerda con lo que dijo Puente una vez: “Que la salsa no es nada nuevo”
Pijuán: Yo personalmente concuerdo en parte con el maestro, pero además quisiera responsablemente manifestar que la Salsa es una expresión socio-cultural, de migración y movilidad social, de identificación entre el gran pueblo latino que vive en un país angloparlante, como lo es, los Estados Unidos. Entonces esa es la manera del hispano que esta allí de decir sus inquietudes, manifestarse y comportarse culturalmente.
Reacuérdense que una de las cosas que hace dificultoso que el latino se vaya integrando, aun cuando lo logra a la larga, es la barrera del idioma. Nosotros pensamos, sentimos, lloramos y amamos en español, y a fin de cuentas, seremos la minoría más importante de esa nación.
Creo que el gran repertorio de Puente se nutria de la música cubana, principalmente del mambo, ya que en la ciudad de Nueva York migraron excelentes músicos cubanos, los cuales se encontraron de pronto, para los años 20’s, con la masiva migración de ciudadanos puertorriqueños.
Estos hermanos caribeños se identificaron a través de la música, de hecho fueron consolidando a través de los años un sonido especial identificativo, que se convirtió en una bandera cultural para ambas corrientes migratorias. Tito también aprendió de las grandes corrientes del jazz, fusionó nuestra música típica con los ritmos afrocubanos y los de moda en la Gran Manzana: Rock, Jazz, Swing, entre otros; luego otros músicos puertorriqueños siguieron aportando hasta enrriquecer lo que hoy llamamos salsa.
IS: ¿Qué usted ve ahora en el presente con lo que esta saliendo al mercado de música salsa? ¿Cree que la industria ha tomado posesión de la expresión artística?
Pijuán: Yo les voy a contestar de esta manera y ustedes analizaran. Sí sintonizaran las emisoras de salsa de Puerto Rico van a escuchar los mismos números de las mismas orquestas de los 60, 70 y 80; eso significa que de alguna manera, la nueva generación no esta aportando nada nuevo, ni evidencia creatividad. La Salsa que se llamó monga ofreció muy poco, y no quiero caer en la trampa de que todo el tiempo pasado fue mejor, sí escuchamos algunos de esos cantantes de salsa que hay por ahí, no te hacen sentir la cadencia, ni te generan el entusiasmo de invitarte a moverte al compás de su música. Para colmo su música es mecánica, hecha en estudios donde los mismos músicos van a todas las grabaciones.
Ustedes escuchan la Sonora Ponceña y ahí esta Papo. Una vez le pregunte a Rafael Ithier que cuando se iba a retirar y él me dice: “Y quien va a tomar el timón para seguir con este proyecto”. Él se siente con una responsabilidad bien grande como parte estandarte de nuestra música bailable.
Entonces nos encontramos con la encrucijada: ¿Quién va a tomar la dirección de la Salsa? Para terminar yo creo, que cualquier trabajo que haga la nueva generación tiene que tener conciencia de que además de pegar un disco, tiene la responsabilidad de perpetuar el proyecto de nuestra música, además de la cultura latina y la manera de sentir la vida dentro de una perspectiva puertorriqueña y latinoamericana.
ISC: Recientemente falleció uno de los integrantes de su sexteto, el Sr. Jesús Caunedo, nos podría indicar dónde lo conoció y cuando lo integró al sexteto.
Pijuán: Para mí es algo entristecedor, yo tuve muy buena amistad con Jesús Caunedo, de hecho fuimos amigos entrañables y nuestra amistad data desde los años '60s, cuando el vino a Puerto Rico. En efecto, el vino con el Conjunto de Julio Gutiérrez, contratado por Hotel San Juan, poco después regresó desde Nueva York con la banda de Tito Puente. Caunedo cuando sale de Cuba va directo a Nueva York y empieza a trabajar con las orquestas más importantes de dicha ciudad; de hecho, trabajó en temporadas de teatro en Broadway, era un ser virtuoso. Jesús Caunedo fue un saxofonista extraordinario, el sonido de Caunedo era único, muchos músicos famosos le visitaban para recibir consejos de Caunedo. Integró a mi grupo en los años '70s y estuvo toda una temporada desde el año 1970 hasta mediados de 1971, él nos acompañó en muchos toques en los hoteles locales y una gira que hicimos a Nueva York en el año de 1970 cuando tocamos en el Happy Hills Casino, además la gira que hicimos por toda la isla a finales del mismo año. También recuerdo que fue muy gratificante la temporada que hicimos en el Hotel la Concha de Puerto Rico, después fue esporádicamente. Cuando el sexteto de Pijuán tenía la oportunidad de tocar en presentación orientadas al latin jazz, lo invitabamos a él; cuando era necesario tocar algo típico, Jesús Caunedo no podía faltar, su manera de tocar la flauta era una cosa también excepcional. Yo tengo una carta que le escribí en diciembre del 2004 a raíz de su cumpleaños, a él le hicieron una agasajó en casa de un amigo músico el Sr. Chiqui Vidal, no obstante, Caunedo no sabía lo que se le había preparado, tenía conocimiento de la fiesta porque Vidal la hace todos los años. Estábamos muchos músicos de Puerto Rico y leí la carta y él se emocionó mucho y entonces, esa noche la disfrutó con mucho animo.
ISC: ¿En cuales grabaciones de su sexteto participó?
Pijuán: En el álbum de Macondo, él participó en todos los temas. El sello de Caunedo es indistinguible, cuando yo hacía los arreglos le colocaba una corchea y el hacía una semicorchea y yo le decía: "Se escucha muy bien, queda muy chévere, entonces, vamos hacerlo así".
ISC: Tenemos entendido que su sexteto recibió una propuesta para integrar el sello Alegre, del Sr. Al Santiago. Coméntenos un poco sobre dicho evento.
Pijuán: Yo conocí a Al Santiago en una de sus visitas a Puerto Rico y tenía conocimiento de como él, había armado un proyecto ambicioso de la nada, caso concreto la compañía Alegre. Nosotros en Puerto Rico empezamos a notar que de Nueva York estaba llegando un producto bien interesante de artistas noveles, pero el grueso de esa gente ante todo, vivía en Nueva York. Cuando Al vino a Puerto Rico para una presentación de uno de sus artistas, conversamos mutuamente la posibilidad de que yo me integrara a su sello, y de hecho, yo estaba muy interesado en integrar el elenco de los artistas del sello Alegre, aunque no importara que fuera parte de la Alegre All Stars, pero deseaba ser un soldado de fila de la compañía. Más que todo porque veía que era una compañía que estaba en plena ebullición y todo parecía, que en efecto así fue, iba impactar el ambiente musical de ese momento y de las generaciones por venir. No se dio y nunca pudimos concretar nada. Cuando se dio el momento en que él pudo hablar conmigo, ya yo había firmado con la compañía Borinquen.
Como persona Al era un genio, tenía la característica de un genio, era un tipo tan creativo que estaba hablando contigo y estaba hablando de tres cosas a la vez. Era hiperactivo, si yo soy hiperactivo Al Santiago era cinco veces más que yo, siempre tenía muchos proyectos en mente.
ISC: ¿Qué proyecto, si alguno usted considera, le ha quedado inconcluso, o que aún le gustaría intentar comenzar a realizar?
Pijuán: Creo, que prácticamente he recorrido casi todas las facetas dentro del campo artístico musical, Sin embargo, hay dos cosas que me gustaría aún realizar. La primera, producir algún proyecto discográfico para algún nuevo artista, contando con el presupuesto y respaldo de una disquera internacional. Y segundo, el lograr hacer accesible mis composiciones —que son muchas—para las futuras grabaciones de los nuevos ídolos.
IS: Nos imaginamos que ahora que saben, que está usted disponible, de seguro le contactaran para ambas cosas. Muchas gracias maestro Pijuán por concedernos esta entrevista.
Pijuán: Gracias también a Herencia Latina por interesarse en la historia que pude relatarles, dentro de la perspectiva de lo que aporté a nuestra música.
Si desea comunicarse con el Señor Pijuán favor llamarle al 787-619-0872